LOS BENEFICIOS DE LA REINTRODUCCIÓN DE ESPECIES EN ARGENTINA, COMO HERRAMIENTA DE RESTAURACIÓN DEL ECOSISTEMA
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Por Horacio Torres
Por estos días las olas de calor extremo en el hemisferio norte, las inundaciones, las sequías más pronunciadas, la pérdida de las capas de hielo en los polos y glaciares y los incendios voraces, son tema de conversación recurrente en todo el mundo. Sin embargo, las consecuencias del cambio climático se vienen advirtiendo y evidenciando hace tiempo, cada vez con mayor intensidad.
A esta situación se llega por una conjunción de factores relacionados con la actividad humana, que derivan en una variación prolongada de los valores climatológicos terrestres, que rompen el estado de equilibrio natural entre la atmósfera, la litosfera (tierra), la hidrosfera (agua líquida), la criosfera (hielo) y la biosfera (conjunto de seres vivos).
El aumento de la temperatura media de la Tierra es el principal síntoma del desequilibrio producido por la intensificación del efecto invernadero, derivado de la emisión de gases que genera más retención del calor solar en la atmósfera. Los factores desequilibrantes del cambio climático de mayor incidencia son: el uso de combustibles fósiles; la deforestación; la actividad agrícola intensiva; el uso de fertilizantes, la producción de gases fluorados y la contaminación.
Algunos indicadores muestran que en el mundo mueren alrededor de 7 millones de personas de forma prematura cada año debido a la contaminación ambiental, mientras que 11 millones de toneladas de plástico llegan al mar creando islas de basura. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aproximadamente 5.200 especies de animales se encuentran en peligro de extinción en la actualidad.
RESTAURACIÓN DE ECOSISTEMAS
Frente a este desalentador panorama no es posible pensar que la solución del problema llegará solamente de la mano de la concientización y las acciones comunitarias como el reciclado, la economía circular, la limpieza de entornos naturales y la plantación árboles; si los gobiernos mundiales no interpretan cabalmente la realidad y adoptan urgentes medidas para revertir a tiempo la complejidad de esta situación.
La realidad expone que la crisis climática se produce en muchos países en un contexto donde el desarrollo de algunas industrias contaminantes sucede con avales de permisivos gobiernos más interesados en las ganancias y los retornos, que la transparencia en los contratos, la realización de estudios de impacto ambiental, los controles y fiscalizaciones que garanticen la salubridad y viabilidad de la actividad.
Esto indica que resulta imperativo restaurar los ecosistemas de nuestro planeta, recomponiendo el entorno natural como estrategia crucial para frenar el cambio climático. En este sentido la restauración del ecosistema está directamente relacionada con la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la conservación de la biodiversidad, tal como señala el informe La Tierra y el Cambio Climático de las Naciones Unidas (2019)
El proceso de restaurar busca invertir la tendencia a degradarse que padecen actualmente muchos ecosistemas (tanto marinos, como terrestres) con el objetivo de recuperar su funcionalidad ecológica, que se traduce en una mejora de la productividad. Regenerar ecosistemas sobreexplotados, reforestar o reintroducir animales extintos en la cadena trófica son algunas estrategias de restauración.
LA REINTRODUCCIÓN DE LOBOS EN YELLOWSTONE COMO PUNTO DE PARTIDA
El Parque Nacional de Yellowstone -el más antiguo del mundo-, creado en 1872 en los Estados Unidos, fue el escenario natural donde se produjo el mayor milagro ecológico de los últimos tiempos. A principios del siglo XX, los lobos y pumas fueron cazados y extinguidos dentro del parque y alrededores por hacendados, bajo excusa de depredación del ganado. En 1926 se mató al último lobo gris de Yellowstone y entonces comenzó el desequilibrio.
A partir de ese momento, la población de ciervos aumentó desmesuradamente por ausencia del depredador tope, a tal punto que se realizaron matanzas selectivas para controlar la población. Estas acciones terminaron a finales de los años ’60, cuando la población de herbívoros volvió a aumentar, por lo que finalmente se optó por reintroducir una treintena de lobos canadienses en 1995.
“La reintroducción del lobo (Canis lupus) en el Parque Nacional de Yellowstone es el experimento ecológico más celebrado de la historia”, así comienza un estudio publicado en Journal of Mammalogy por Mark Boyce, de la Universidad de Alberta. Lo más novedoso es que la reintroducción del lobo no solo sirvió para regular la población de ciervos que crecía descontroladamente, sino que además produjo una cascada de interrelaciones que acabó afectando positivamente a todo el ecosistema.
Como era de esperar, la población de ciervos disminuyó significativamente con la vuelta del lobo. Para evitar los ataques, los herbívoros se movían con mayor frecuencia y pasaban menos tiempo alimentándose en los mismos sitios. Pronto, se empezó a ver el efecto en la vegetación. En tan solo 6 años, la altura de algunos de los sauces a las orillas de los ríos se quintuplicó. Su número también aumentó, al igual que el de otros matorrales, arbustos y bayas, lo que provocó de manera directa el crecimiento de la población de insectos y aves, que atrajeron a numerosos pájaros.
Con la llegada del lobo, otras tantas especies amenazadas se recuperaron. Disminuyó el número de coyotes, su principal competidor, pero aumentó el de osos pardos, pumas y bisontes. También el de las águilas y los buitres, que volvían a tener carroña de la que alimentarse.
En resumen, toda la biodiversidad aumentó y las interacciones biológicas de todo el ecosistema se hicieron más ricas y complejas. Pero la reaparición del lobo no solo afectó a la biología del parque. También tuvo un sorprendente impacto en la geografía del terreno, cambiando incluso el curso de los ríos.
El aumento de la vegetación en sus orillas ayudó a fijar el terreno y a reducir la erosión. Con ello, el número y calado de los meandros disminuyó y el curso de los ríos se consolidó. Se volvieron más rápidos. Si algo nos demostró esta experiencia es la importancia que tiene cada una de las especies de un ecosistema, que no es otra cosa que una intricada red de relaciones en donde todas las partes dependen unas de otras.
LA REINTRODUCCIÓN DE ESPECIES EN ARGENTINA
La Argentina es el octavo país más extenso del planeta, que tiene un territorio que abarca desde el subtrópico hasta la Antártida. Tiene selvas lluviosas, bosques de altura, sabanas y pastizales, desiertos, praderas y estepas templadas, humedales costeros, campos de hielo y mares. Esta diversidad de ecosistemas le da una impresionante diversidad biológica. Sin embargo, muchos de los ecosistemas presentes en Argentina se encuentran degradados y escasamente representados en áreas protegidas.
Esto abre una oportunidad única para implementar proyectos de conservación que incluyan la restauración de ambientes por medio del rewilding, entre otras herramientas. La baja densidad de la población humana, el sólido sistemas de parques nacionales y el interés del gobierno en crear nuevos parques para alcanzar las metas de la Convención de Biodiversidad de las Naciones Unidas, son factores que permiten tener una visión optimista para revertir la actual crisis de biodiversidad.
La Fundación Rewilding Argentina –como heredera del legado natural de Tompkins Conservation- fue creada en el 2010 por conservacionistas argentinos, con la finalidad de enfrentar y revertir la extinción de especies y la degradación ambiental resultante, recuperando la funcionalidad de los ecosistemas y fomentando el bienestar de las comunidades locales.
Hasta la fecha la Fundación Rewilding Argentina ha creado o expandido 9 parques nacionales: Iberá, El Impenetrable, Aconquija, Patagonia, Perito Moreno, Monte León, Yagues, Namucurá y Cuevas de las Manos, mediante la donación de 407 mil hectáreas. La ONG se ha fijado el ambicioso objetivo de completar los ecosistemas naturales en áreas protegidas del Gran Chaco, la Estepa Patagónica, el Bosque Subantártico, el Litoral Marítimo, la Selva Paranaense y las Yungas.
Con la reintroducción de especies se busca el regreso de los animales autóctonos que se fueron, habitando estas ecorregiones para que vuelvan a estar presentes, en números significativos para cumplir sus roles ecológicos, y para que, además, se conviertan en un atractivo para el turismo de observación de fauna.
En este sentido el turismo de naturaleza promueve un modelo de producción alternativo basado en experiencias de avistamiento de la vida silvestre e interpretación de los procesos ecológicos, que no afectan los sistemas naturales donde se desarrollan y que respetan la autenticidad sociocultural de las comunidades locales.
La clave para el desarrollo pasa por el bienestar de las comunidades vecinas a los parques, donde los ecosistemas completos y saludables no sólo aseguran importantes servicios ambientales como la calidad del agua, el aire, y la mitigación de inundaciones; sino también ofrecen nuevas oportunidades de desarrollo económico sustentable.
EL PARQUE IBERÁ COMO HERRAMIENTA DE TRANSFORMACIÓN AMBIENTAL
De las 1.300.000 hectáreas que componen la cuenca y Reserva Natural Iberá, casi 600 mil constituyen el Parque Provincial Iberá, delimitado por decreto en 2009 y ampliado en 2016 y en 2021, y 158 mil pertenecen al Parque Nacional Iberá, creado por Ley en 2018 sobre tierras donadas por Tompkins Conservation y Rewilding Argentina.
El Gran Parque Iberá alberga la mayor población mundial del amenazado yetapá de collar y la segunda mayor de ciervo de los pantanos, además de ser un refugio fundamental para especies amenazadas como el aguará guazú, el venado de las pampas, aves de pastizal casi extintas en Argentina por la actividad agrícola, el yacaré y el lobito de río.
Por su tamaño y calidad de hábitat, esta área de conservación representa una oportunidad única para la reintroducción de especies localmente extintas como el yaguareté, la nutria gigante, el tapir, los pecaríes de collar y labiado, el oso hormiguero gigante, el muitú y los guacamayos rojo y violáceo desaparecieron de Corrientes y en algunos casos de Argentina y del planeta. Otras especies, como el venado de las pampas, el aguará guazú, el ocelote, la paca y la chuña de patas rojas, sufrieron grandes disminuciones en sus poblaciones.
Allí, el trabajo mancomunado de guardaparques nacionales y provinciales para preservar la calidad y abundancia de animales autóctonos garantizan una experiencia turística de alto nivel, en un territorio antiguamente considerado como “improductivo”, pero que con el tiempo mutó del turismo tradicional al turismo sostenible que, de haber contado con un solo acceso, actualmente tiene nueve portales que impulsan el desarrollo del ecoturismo y las economías regionales.
La experiencia de reintroducción de especies en Yellowstone y en otras áreas protegidas del mundo, demostró su eficacia como herramienta de restauración del ambiente, con grandes transformaciones y beneficios en el ecosistema, e incluso en la geografía y la regeneración paisajística del entorno natural.
La reintroducción de especies extinguidas en Corrientes, por ejemplo, no solo permitió el regreso de aquellos animales que el naturalista y conservacionista argentino Juan Carlos Chebez advertía como llamado de auxilio en su obra intitulada “Los que se van”. También favoreció el desarrollo turístico de toda la región: según el Departamento Técnico del Comité Iberá la tasa de crecimiento interanual de visitantes del Parque Iberá creció un 17 % entre 2015 y 2019, que cerró con la cifra de 48.560 visitas.
En el 2020 se produjo una marcada caída como consecuencia de la emergencia sanitaria por Covid – 19. A fines del 2020 y comienzos del 2021 comienza a revertirse esta tendencia, mostrando una tasa de crecimiento del 25 % respecto del año anterior; cerrando el 2022 con 63.378 visitas. La experiencia demuestra que una buena gestión del ambiente es posible con trabajo serio y comprometido, interrelacionado y articulado entre distintos organismos y jurisdicciones del sector público, privado, comunidad científica y la sociedad civil.
Frente a la urgencia que impone el cambio climático para la toma de decisiones y de acciones mitigadoras, quedarse en modo observador, indiferente y apático nunca debe ser una opción, frente al trabajo superlativo que hay por delante, donde el hombre y el resto de los seres vivos del mundo, se juegan nada menos que su porvenir y supervivencia.



