TIENE 62 AÑOS, VIAJA SOLA EN UN MINI MOTORHOME Y RECORRE TODA LA ARGENTINA: “LOS MIEDOS DESAPARECIERON”
La conocen como “la profe Vivian”, y vive en Mar del Plata. Siempre tuvo espíritu viajero, y hace 3 años está cumpliendo su sueño de conocer todas las provincias de nuestro país. Equipó una furgoneta, y después de una prueba piloto supo que tenía que ir tras la meta. En diálogo con Infobae, repasa los momentos difíciles que la llevaron a tomar la decisión y las sorpresas que le dio la vida desde que visitó el primer destino
PorCindy Damestoy
En plena pandemia tomó la decisión de vender su auto y comprar una furgoneta para poder viajar. «Dejé los miedos de lado y me lancé a mi sueño», le cuenta a Infobae. (Video: YouTube @viviandelmar)
Vivian es profesora de educación física, muchos la conocen como la “Profe Vivian”, y desde hace tres años viaja sola en una Kangoo que fue equipando de a poco. A sus 62 años, fin de semana por medio organiza escapadas cortas, y cada tres meses elige un destino para quedarse durante todo un mes. El próximo será la provincia de Catamarca, una de las pocas que le falta conocer. Cada vez está más cerca de cumplir su sueño de recorrer toda la Argentina, a bordo de “la nave”, como bautizó a su mini motorhome. En diálogo con Infobae, cuenta su historia, el motivo por el que decidió enfrentar su mayor miedo, y la gran cantidad de mensajes que recibe desde que comenzó la aventura sobre ruedas. “Muchas mujeres me dicen que quieren hacer lo mismo, pero que no se animan, y yo les digo: ‘Señora, usted puede, y si tiene más de 60, más todavía, porque la vida se nos va’”, expresa.
Desde Mar del Plata, que está en pleno festejo por su aniversario 150, Vivian charla con este medio. Nació en Buenos Aires, pero vivió durante 25 años en San Bernardo, partido de la Costa, y después se mudó a La Feliz. “Vine porque mis dos hijos estaban estudiando acá, y me quedé porque me encantó; realmente es como dice el slogan, ‘lo tiene todo’, y las distancias son cortas, lo más lejos queda a media hora”, comenta. Se conoce la ciudad balnearia de punta a punta, y la ha pedaleado completa en sus salidas en bicicleta, con tramos de hasta 100 kilómetros por día.
La pasión por viajar la tuvo siempre, y lo ha hecho de muchas maneras: en bici, como mochilera, con carpa, en auto, y alguna vez también viajó en avión a lugares más lejanos. “Soy hija de alemanes, entonces fui a Europa una sola vez, a visitar Alemania, Austria y Suiza, pero como mochilera anduve mucho, me encanta el trekking, ir avanzando con los bastones, y subí bastantes montañas; llegué hasta Plaza de Mulas en el Aconcagua, al volcán Villarrica en Chile, Los Gigantes en Córdoba, y la Patagonia la conozco toda, inclusive hice la Carretera Austral de Chile”, enumera. Cuando rememora todo lo que ha hecho, siente que todas las modalidades fueron acorde a diferentes a etapas, y que su querida furgoneta resulta la combinación perfecta para su presente.
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Muchas veces lleva la bicicleta en su camioneta, para salir a pedalear y después volver a descansar en «la nave» (Fotos: Instagram @laprofevivian)
“Es lo más burgués que he hecho, para mí es un lujo, porque llueve, granice o nieve, y yo tengo un techo sobre mi cabeza, y como me encanta parar en medio de las montañas, mejor imposible”, indica. La idea de transformar las escapadas ocasionales en un estilo de vida a tiempo completo surgió en plena cuarentena por la pandemia de coronavirus. “Estuve muy mal, tuve ataques de pánico que fueron terribles, y a veces, cuando es algo psicológico, lo desdramatizan y la gente piensa que no es tan malo, pero no es así; yo no me sentía bien, se me murió gente muy querida y encima eran jóvenes. Ahí empecé a maquinar, a decirme a mí misma: ‘A penas abran las puertas, yo me voy a viajar’”, explica, con absoluta sinceridad.
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Tal como se muestra en sus videos, Vivian es transparente, muy genuina, dispuesta a abrir su corazón para que otros comprendan que hay diferentes maneras de vivir. Hace 15 años que está en pareja, y se acuerda del momento en que le dijo a su novio que se sentaran frente a frente para tener una conversación seria sobre el futuro. “Le dije: ‘Cuando empiecen a abrir un poco lo de los viajes, yo voy a vender mi auto y me voy a comprar un furgón, porque mi sueño es recorrer toda la Argentina durante un año; si vos querés venir o no, es problema tuyo, yo tengo 59 años y la vida se me pasa’”, relata. Esas palabras venían de lo más profundo de su alma, y de una reflexión sobre sus proyectos.
“Ya me había jubilado como docente, y si bien sigo dando clases de ritmos porque amo bailar, resolví vencer los miedos y hacer lo que tenía ganas de hacer. Creo que por eso la mayoría del público que me sigue son mujeres de mi edad, que no se animan a manejar, a dormir debajo de un árbol en cualquier lado, a subir una montaña con el auto, y esas vidas no vividas eran mi mayor miedo antes de hacer esto”, comenta. Después de aquella charla con su pareja, ambos pusieron las cartas sobre la mesa sobre las metas que cada uno tiene para los próximos años, y acordaron acompañarse mutuamente, pero sin necesidad de vivir ese sueño a la par.
De espíritu aventurero, los viajes son su pasión, y cada destino la recarga de energías
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“Nosotros no convivimos, cada uno vive en su casa, pero compartimos muchas cosas, como lo deportivo, que nos encanta a los dos, y hemos hecho viajes también, por más que a mí me gusta mucho más que a él, y como él no está jubilado, no puede irse en cualquier momento de viaje. No necesariamente tenemos que soñar ni querer lo mismo, él también tiene sus propios sueños, pero a esta edad yo no podía dejar pasar mi sueño, tenía que seguir adelante sin que nada me frenara”, sentencia. Acordaron que en enero, el mes que su novio tiene de vacaciones, irían juntos de aventura, y el resto del año, Vivian se iría a recorrer unos días y volvería.
Para su entorno no fue una sorpresa que ella quisiera dedicar el mayor tiempo posible a los viajes, pero sí que lo hiciera sola. “Me decían que estaba loca, que cómo iba a hacer cuando se me pinchara una rueda o tuviera algún problema en la ruta, y yo les aseguro que siempre que necesité cambiar una goma apareció alguien para ayudarme, que uno dice ‘viajo solo’, pero nunca está realmente solo, las solidaridad viajera es algo increíble”, sostiene. Para poder comprarse la Kangoo tuvo que vender su auto, que se lo ofreció a uno de sus hijos y aceptó comprárselo.
“Además, antes tenía una camioneta vieja que compramos con mi novio, se llamaba ‘La Picarona’, y salíamos con carpa para recorrer, pero siempre tenía problemas mecánicos, y cuando íbamos juntos todo bárbaro, porque él arreglaba la camioneta en el camino si hacía falta, pero cuando yo salía sola lo único que tenía era una linga, la soga para que otro auto me tire y me lleve, así que le vendí mi parte a mi novio, y con la venta del auto y eso, me compré mi nave”, remata. Había un concepto que quería erradicar de su diccionario: “postergar”, y realmente nada se interpuso a su fuerza de voluntad. Con cautela, hizo una prueba piloto en la playa más cercana a su casa, y esa experiencia fue clave.


