Sáb. Feb 15th, 2025

RIVER EMPATO EL CLASICO CON SAN LORENZO Y NO PUDO ASEGURARSE LA CLASIFICACION A LA COPA LIBERTADORES

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El equipo de Gallardo lo ganaba con un golazo de Maxi Meza, pero Muniain lo igualó de penal y no lo gritó. Hubo silbidos en el Monumental.

La imagen final, entre un tsunami de silbidos e insultos por debajo por parte de los hinchas, resume a la perfección este clásico. San Lorenzo, que venía de dos derrotas seguidas y con reclamos salariales por parte de sus jugadores, apretó el puño por un empate que le suma más que un punto; River, que hizo el gasto, llegó a estar en ventaja y necesitaba el triunfo para poner un pie y medio en la Libertadores 2025, terminó abucheado y lamentando otra actuación irregular que confirma el deseo de Gallardo de que ya llegue a su fin este olvidable 2024.

Sí, preocupación total para un Muñeco que tuvo caras bastante elocuentes, que reflejaron lo que mostró en buena parte del partido un equipo que fue despedido como nunca antes en el año y al que se le volvieron a animar como muchas veces: mientras desde la tribuna bajaba un “movete, River, movete” exigiendo un juego que apareció de a ratos (y con el que pudo haber hecho la diferencia), dentro del campo la imagen era floja, tan mala como la de hace algunos días ante Estudiantes, aunque esta vez sin estar abroquelado atrás.

Si River chocó constantemente contra las líneas de cinco y tres planteadas por Russo fue porque Irala y Muniain (por si algo le faltaba, en pleno Monumental lo amargó Muniain) gastaron hasta el tanque de reserva para marcar, incomodar y llevar el tiempo del encuentro, pero fundamentalmente por falencias propias más repetidas en el año que la figurita fácil del álbum: lento y previsible, la dinámica que necesitaba para romper y encontrar huecos fue la que le faltó. Una que había logrado en más de la mitad del primer tiempo con llegadas al arco de Chila Gómez, pero que ni el golazo de Meza le pudo revivir.

Porque Lanzini se le cayó y no le cambió el ritmo en la zona de gestación, Simón no otorgó opciones de pase filtrado o diagonales al espacio para intentar salir de la monotonía, el tándem Solari-Bustos no se juntó con frecuencia para ofrecer una llave por la derecha (las veces que lo hicieron, obligaron a Campi a salir del área y lo incomodaron bastante) y Colidio terminó quedando bastante solo para una función mixta entre creación y definición para la que necesita compañía. Y esta vez, los cambios no le entraron a un Gallardo que volvió a apostar por el doble #9 en el final y que le dio 10’ y el descuento a Mastantuono.

Incluso, tal era el desconcierto de un River que terminó partido, errando pases a pocos metros y con Borja yendo al piso como lateral izquierdo, que San Lorenzo tuvo un par de insinuaciones bastante claras cerca del final para ganarlo: solo porque Leguizamón no fue fino en un pase al medio la nueva pantalla del Monumental marcó el 1-1.

Desconcierto que se trasladó directamente a los hinchas, que explotaron en el penúltimo juego como local del año y largaron la bronca acumulada de un año malo: mientras este jueves a la tarde verán el nombre del equipo en el mismo bombo que el City y el Real Madrid, aún siguen mirando la tabla anual purgando por un pase a la fase de grupos de la Copa que se demoró y le requerirá de al menos un triunfo más para no depender de Boca.

Silbidos que incluso le llegaron al propio Muniain cuando fue reemplazado, abucheos ante las pérdidas, aplausos que lejos estuvieron de ser devueltos a los jugadores al final… River fue Chifle Plate. Y preocupa…

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