Dom. Dic 7th, 2025

PREOCUPACIÓN POR LA PRESIÓN FISCAL: LOS CORRALONES SIGUEN ESPERANDO QUE SE ACTIVE LA DEMANDA DE LA CONSTRUCCIÓN

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A pesar de la estabilidad de los precios en los últimos meses, las ventas no mejoran por la caída de los ingresos de las familias. Vislumbran un difícil panorama hasta marzo.

La evolución del rubro de la construcción sirve como un claro indicador de la situación económica. Tras los cimbronazos del año pasado, en que un proceso electoral demasiado extenso sembró incertidumbre en todos los sectores, los corralones tuvieron cierta tranquilidad en los meses posteriores a la devaluación decidida por el presidente Milei en los primeros días de su gestión. Sin embargo, como en otros aspectos de la actividad general, la demanda no logra recuperarse por la pérdida de poder adquisitivo de la población.

Los únicos productos con alguna salida son aquellos destinados a reparaciones menores en el hogar.

Alberto Johnson, propietario del Corralón Santa Rita de Barranqueras, comentó a NORTE que «después del Día de la Madre la demanda cayó una barbaridad. Noviembre por lo general es un mes que da la pauta de cuál será la tendencia en el verano, y fue demasiado tranquilo. Si bien desde marzo-abril los proveedores han flexibilizado los plazos de pago hasta, en algunos casos, 120 días y los precios de los materiales desde agosto no han sufrido grandes cambios por la estabilidad del dólar, no se ve que la gente esté en condiciones de embarcarse en una ampliación u otra obra en su hogar ya que los sueldos que percibe la mayoría apenas alcanzan para comer. Los valores de costo siguieron a la inflación, y se duplicaron o triplicaron respecto de hace un año. La mano de obra fue a la baja, justamente por el parate. Me parece que hoy solo se embarca en alguna remodelación quien se decide por sacar un crédito con ese fin».

Alberto Johnson, propietario del corralón Santa Rita, pidió que el Estado entienda la realidad de las pequeñas empresas.

«En esta difícil situación es cuando más se siente la competencia desleal, porque el Estado no afloja con la carga impositiva a quienes estamos en regla. Creo que hay que pagar impuestos, pero se debe extender la base de contribuyentes porque si no la presión fiscal se vuelve insoportable y deja a muchos actores fuera del juego. Y sin un buen volumen de ventas los costos fijos se vuelven una carga cada vez más asfixiante. Como empleador tengo un costo mensual de 400.000 pesos por cada muchacho que trabaja acá, al margen de sus salarios. Y ni hablar de la luz y otros servicios. Tener un camión para reparto implica pagar el seguro, la revisión técnica, y así se siguen sumando gastos solo por abrir las puertas del negocio cada jornada», agregó.

Respecto del panorama que esperan para los meses de verano, cuando hay familias que cuentan con algún ahorro y postergan un viaje de placer en pos de mejorar su vivienda, Johnson indicó que «algún caso siempre hay, pero pienso que hasta marzo no habrá un gran cambio en la tendencia. Esperemos que para entonces mejore la actividad de la construcción de los pequeños contratistas, porque de ello depende mucho el movimiento que tengamos nosotros. Así es la cadena, no hay vueltas».

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