Mar. Dic 9th, 2025

LA AÑEJA ESTRUCTURA DE LA UCR Y SUS MOVIMIENTOS PONEN EN DIFÍCIL SITUACIÓN A GOBERNADORES COMO ZDERO

El gobernador chaqueño está muy alejado de la dirigencia encabezada por Lousteau. Las continuas decisiones de la «vieja política» causan dolores de cabeza en el mandatario que llegó al Salón de Obligado tras «romper un esquema automático» de los radicales locales.

«Para hablar del radicalismo primero hay que afiliarse al partido», esbozó un dirigente del partido centenario entre risas irónicas disfrazadas de verdades. El escudo de la Unión Cívica Radical volvió a ser levantado en la provincia tras 16 años de peronismo y un Leandro Zdero sediento de victoria en medio de fríos traspiés internos.

Pero el regreso del radicalismo a la gobernanza chaqueña no es casualidad, ni un simple retorno épico de un pasado ideal, como tampoco lo fue una demostración de musculatura por parte de la dirigencia nacional que durante los últimos años se jactó de ser la oposición justa, responsable, militante y que representaba a la «gente de bien».

La Unión Civica Radical, fundada en 1891 por Leandro Alem, volvió a gobernar la provincia por la rotura de un esquema instalado. Un esquema viejo, oxidado, obvio, predecible y lleno de contradicciones. Quizás una de las máximas paradojas de la actual dirigencia sea que el Comité Nacional esté presidido por Martín Lousteau, el polémico hombre creador de la 125 y ex funcionario de personajes justicialistas como Felipe Solá y Cristina Kirchner.

Lousteau fue redimido, o al menos eso pareció, cuando los delegados chaqueños le dieron acompañamiento al votarlo como presidente. Es decir, o sea, digamos -diría Milei- llegó a la presidencia de la mano de Gerardo Morales, ex gobernador de Jujuy, histórico militante del partido y también su predecesor. Su apoyo estuvo caracterizado por la fe ciega que le depositaron los «viejos dirigentes» de un partido que, además de tener más de 100 años, jamás se acomodó a las nuevas exigencias de la política que, al menos desde el entorno del nuevo gobernador chaqueño, confesaron a este periodista no ser capaces de entender.

Martín Lousteau.

Es la diáfana libertad de prensa –al menos en Chaco- la que permite, en este contexto, dilucidar que la actual dirigencia nacional de la UCR se encuentra envuelta en un enigma que son incapaces de reconocer y que en sus aspectos más profundos lleva a pensar seriamente en la posibilidad que se anticipa ya en algunas líneas de pensamiento hechas públicas, y que refiere a las dudas sobre el futuro de la UCR. El «efecto Moreau» sigue latente, y refiere al porcentual de menos de tres por ciento de votos obtenido por Leopoldo, hoy devenido en K total, cuando fue candidato presidencial por la UCR.

Parte de este gran problema radica en que el partido de Alem, al contrario de los partidos tradicionales históricos, persiste con el lema yrigoyenista de «que se pierdan mil gobiernos, pero que se salven los principios». El discurso predicado por los «viejos dirigentes», que consiguieron mantener hasta ahora el reinado eterno dentro del Comité Nacional, tiene como consecuencia en la coyuntura política nacional una imagen que cada vez los aleja más del votante argentino. Es por ello que, justamente, un outsider liberal como Milei logró el 55,65% de los votos afirmativos en las últimas elecciones, a pesar de predicar en reiteradas ocasiones lo contrario al partido de Alem.

La política es cambiante, vertiginosa, se sabe. Pero, ¿la UCR lo entendió o simplemente goza de una ilusión óptica producto de una gruesa venda en los ojos que le permite jactarse de una musculatura social inexistente? El discurso de Lousteau, acompañado por Morales desde la sombra, da a entender que rige la primera opción.

El radical Zdero se mostró varias veces en disidencia con la dirigencia nacional. Lógico; su compañero más fiel es el correntino Gustavo Valdés, quien gobierna la provincia vecina desde 2017 y cuyo modelo político se adecúa a la nueva realidad social que parece demandar más que nunca una crítica –con razón- al statu quo que Lousteau, su enemigo jurado, defiende.

El trío Valdés, Zdero y Pullaro. Las nuevas caras pesadas de la dirigencia radical.

Era un martes por la noche. A Leandro Zdero, quien todavía paseaba por las calles de Resistencia como un candidato a algo -nadie sabía cuál sería su destino-, le preguntaron si estaba de acuerdo con la manera de hacer política que tenía el radicalismo en Chaco hace años y que se adecuaba más, al menos internamente, a un «mantengamos el poder entre nosotros cueste lo que cueste». Su respuesta, magra y con aires de decepción, fue una negativa de lado a lado con su cabeza. Claro, sus fracasos políticos anteriores lo llevaron a una concepción de las elecciones que mayoritariamente eran profesados por millennials y centennials en redes. Un poco de anti-sistema, anti-corrupción, transparencia, nuevas caras y algo de liberalismo oculto.

Los resultados electorales le jugaron a su favor, además del caso Strzyzowski, y fue entonces cuando confirmó su teoría de que la vieja política no conseguiría votos si jugaba las mismas cartas. Pero no fue sólo eso. ¿Por qué Leandro Zdero hizo lo que hizo? En los pasillos de Casa de Gobierno susurran que la UCR mantenía un «esquema automático», que disociaba del sentir de la gente, que por ello no representaba a la sociedad y que Zdero lo logró entender a tiempo.

Zdero, íntimo aliado de Valdés cual dúo defensor del norte, se postula hoy como un radical «muy alejado» e incluso «en el otro extremo» de la actual dirigencia nacional a pesar de reconocer que tiene pertenencia partidaria. El gobernador sabe, le consta a este periodista, que su posición política es muy diferente a la de Lousteau y compañía, pero aun así piensa que «de las posiciones se construye» y que predomina la necesidad de «interpretar la política de estos tiempos», no así la política vieja regida por «el capricho de los dirigentes».

Pero para la dirigencia nacional el mayor problema tampoco son Zdero, Valdés y los restantes gobernadores radicales. El problema es el abordaje al votante, al ciudadano, a la civis. La incapacidad de entender que ganó, por primera vez en la historia, un presidente «anti-casta» con una amplia mayoría y que no se acomoda a los intereses de Lousteau. A medida que pasan los días, el descontento por los discursos del ex funcionario de CFK y los votos de los radicales que le obedecen en el Congreso, y que van en contra de Milei, es creciente. Y a nadie le importa. Es como si dijeran «tenemos la razón y nadie nos dirá lo contrario». Nuevamente, la frase de Yrigoyen vuelve a surgir: «Que se pierdan mil gobiernos…».

Como el nuevo gobernador chaqueño se rige por un pensamiento más moderno, la duda que le debiera carcomer el inconsciente tendría que ser la consulta interna de hasta cuándo continuará alineado a un partido político que en la actualidad le resta todos los días cada vez que es mencionado en los medios de comunicación por el escandaloso accionar de los congresistas. En este sentido, es válido preguntarse: ¿Chaco seguirá regido durante los próximos tres años como una provincia roja y blanca, o pasará a ser de color verde para ser identificada como una provincia gobernada por simplemente un partido provincial? En la mente de Zdero, afirman dirigentes, existen muchos grises.

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